lunes, 7 de noviembre de 2011

DIOS COMO LUZ

    La sobriedad predominante al interior del edificio se altera en tres puntos: la pared del altar bañada de luz dorada que evoca la presencia divina, el pequeño oratorio dedicado a la virgen -intimo y de luz azul-, y la cruz que da la bienvenida a los fieles, al final de la rampa, recortada en el muro, que desprende a contraluz un sueva resplandor dorado.

 














Esquema representativo de las alteraciones laminas al interior de la Iglesia versus la sobriedad de la estructura en su interior. Las flechas indican el acceso, el color azul indica la zona de la Virgen y el color Amarillo el altar.





    Así se conjuga -en esta obra- la energía del espacio simbólico del altar con la luz, fundiéndose en una sola cosa y generando el ambiente adecuado para la reflexión y la adoración.

     Lo anterior es reconocido por la ex alumna del colegio, la periodista Gloria Stanley Carbone, quien afirma que la luz que cae directamente al altar hace que el interés y la mirada se concentren en lo que sucede allí

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