Los edificios-iglesias se han desarrollado, generalmente, según dos tipos de plantas: la basilical y la centralizada.
La Basilical se caracteriza por poseer un eje longitudinal que se extiende desde el centro de la portada principal hasta el fondo del altar. En tanto, la Centralizada es de planta circular o poligonal, se organiza en torno a un espacio central, que suele estar cubierto por una cúpula
Esquemas de las tipologías de las iglesias Centralizada y basilical, obtenidas de la enciclopedia virtual Wikipedia
A pesar de que las comunidades religiosas suelen ser muy tradicionales en cuanto al diseño de las iglesias, en el siglo XX las comunidades de carácter más reformistas, comenzaron a construir sus templos de acuerdo a las tendencias arquitectónicas del momento, de modo que se alejaron de las formas historicistas. Fue así como se fueron aceptando nuevas tipologías, como la planta centralizada con el altar dispuesto en el centro de la congregación, la decoración con esculturas, mosaicos y tapices modernos.
Además, los cambios litúrgicos dispuestos en el Concilio Vaticano II han influido en la forma y diseño de los nuevos edificios-iglesias, ya que persiguen una mayor participación de los feligreses en los ritos, dentro de un ambiente de austeridad, por lo que los efectos lumínicos adquieren importancia para suplir la presencia de metales preciosos (oro y plata), maderas finas y obras de artes que adornan los templos más antiguos.
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